La Única pregunta que incluso Jesús de Nazaret no respondió. Tipos de Verdad.
Poncio Pilatos le pregunto a Jesús previo a entregarlo a su vía crucis –Que es la verdad? Y como dice nuestro titulo, la pregunta no fue respondida.
Lo cierto es que la verdad para ser cierta debe estar apoyada de ciertas características: Autenticidad, coherencia, real, honestidad, sinceridad, transparencia e integridad; principios y valores difíciles de encontrar en estos días. Hay otra forma de identificar la verdad y es identificando a los contrarios de esta y son: mentira, hipocresía, doblez, engaño, fachada, ocultamiento, ambivalencia.
Para las leyes de los países la verdad es todo aquello que se puede probar, lo cierto es que los círculos probatorios se quedan cortos en el estudio y análisis de la comprensión una del porque del actuar de las personas, y los lastres emocionales que vienen arrastrando por no saber superar situaciones o por traumas propios de la niñez.
Veremos que la verdad no solo es lo que se dice, la verdad va amarrada al que hacer, al lugar que ocupas en la sociedad a tus relaciones interpersonales y a tus logros de vida.
Definiremos la verdad en sus tipos:
1. Verdad del ser: ser aquello que uno es, que uno debe ser. Hay verdad del ser cuando yo me comporto como persona inteligente, libre y responsable. Vivo en la verdad de mi ser cuando sé y me comporto con lo que me exige mi origen, mi fin como persona humana, cuando tengo trascendencia y sentido. Cuando uno vive la verdad de su ser vive realizado, feliz, digno y se eleva sobre todo el universo material y animal. Lo contrario a la verdad del ser es la inautenticidad.
2. Verdad del pensar: mi mente está hecha para percibir el ser de las cosas. Cuando mi mente coincide que la verdad de las cosas vivo en la verdad del pensar. Mi mente tiene que respetar la verdad de las cosas: la verdad del trabajo, del dinero, de la sexualidad, del matrimonio, del estudio, de la carrera... ¡Cuánta formación necesitamos para descubrir la verdad de las cosas, y pensar así con veracidad de ellas! Lo contrario a la verdad del pensar es el error, que puede ser consciente o inconsciente, voluntario o involuntario.
3. Verdad del hablar: decir lo que mi mente sabe que es verdad, y que lo ha descubierto así, después del estudio, la formación. Mis palabras deben ser vehículo leal de lo que pensamos. Por medio de la palabra hacemos partícipes a los demás de lo que llevamos dentro. La palabra es puente que hace transparente a los demás el corazón y la intimidad de la persona. Lo contrario a la verdad del hablar es la mentira.
4. Verdad del obrar: es la verdad del comportamiento y de la vida. Vivir como se cree, coherencia de vida entre lo que se cree, lo que se predica y lo que se vive. Si vivo esta verdad, seré sincero y cumplidor a mi palabra dada, seré leal y fiel a mis compromisos asumidos, seré equitativo y justo con los demás. Lo contrario a la verdad del obrar es la incoherencia, la hipocresía.
Si soy una persona honesta y sincera...podré leer en mi corazón estas normas de ley natural, con las que todos nacemos:
- Hay que decir siempre la verdad.
- No hagas a los demás lo que no quieres que a ti te hagan.
- Respeta las cosas ajenas, etc.
No necesito ser seguidor de alguna religión o incluso creer o no creer en un Dios para escuchar esto en mi conciencia. Simplemente si hay hombre honesto, sincero, leal... escucharé, nítida, la voz de mi conciencia.
Hay que saber quitarnos las caretas, tener la valentía de arrancarnos las máscaras, para que seamos lo que somos y debemos ser.
Hay diversas máscaras o caretas:
a) La conciencia indelicada: admito a sabiendas pequeñas transgresiones a mis deberes profesionales, familiares y personales. “Total, no es nada. Total, a nadie hago el mal. Total, es poca cosa”.
b) La conciencia adormecida: bajo la anestesia de la juerga, las drogas, la superficialidad, el alcohol, el vicio, las mujeres...mi conciencia no reacciona, no escucho su voz. Esta dormida, narcotizada, anestesiada.
c) La conciencia domesticada. Una conciencia para andar por casa. Es conciencia mansa, que ya no produce remordimientos, angustias, desazones interiores ante el mal hecho. La he domesticado: ya no salta, ya no ruge, ya no se lanza...la tengo bien tranquila, con el látigo de la excusa y de las justificaciones.
d) La conciencia deformada: juzga bueno lo que es malo y viceversa.
Urge, pues, formar la conciencia, para poder discernir entre lo bueno y lo malo, la verdad de la mentira, pues sólo la conciencia debe ser el faro único que guíe nuestros pasos en la oscuridad. Formar la conciencia. ¿Cómo, con qué medios?
- Hacer balance de mis acciones, para ver si concuerdan a mis principios rectos y sanos.
- El consejo de un amigo formado. O las observaciones de quien ya paso por algo similar.
- Tener un guía.
0 comentarios